Una baja productividad de los trabajadores puede ser un síntoma de una cultura de empresa pobre.
Cuando hablamos de cultura de empresa, nos referimos a los principios y valores que rigen el funcionamiento del día a día, y a la forma y a los criterios con los que se toman las decisiones.
Trabajar sobre el síntoma, en este caso una baja productividad, no suele ser una buena estrategia para resolver los problemas en el largo plazo. Y una de las peores ideas sería la de pensar que con un aumento de sueldo lograremos motivar al trabajador y que se convertirá en más productivo. Una subida de salario convierte automáticamente, en ese mismo instante, al trabajador en menos productivo, en menos rentable, ya que acabamos de incrementar su coste para la empresa.
Si la identidad y la cultura de la empresa no logran motivar a las personas que la conforman, éstas se guiarán por objetivos e intereses personales, aparecerán cotilleos y luchas de poder, y la atención y el esfuerzo no estarán enfocados hacia los intereses de la empresa.
Desde nuestra consultoría en Valencia ayudamos al empresario a diagnosticar la causa raíz del problema y aportamos posibles estrategias para solucionarlo.