Acabamos de finalizar la liquidación de impuestos del tercer trimestre del ejercicio y todas las empresas han tenido que hacer frente a sus obligaciones fiscales como es de rigor.
Recientemente ha publicado su informe anual el Instituto de Estudios Económicos (https://www.ieemadrid.es/) y señala que la presión fiscal española es superior en un 10% el promedio de los países de la OCDE. En comparación con nuestros socios europeos la presión fiscal que soportan las empresas es un 1,2% mayor, y la proporción de recaudación procedente de las empresas en el conjunto del Estado es un 4% mayor que la de la media de la Unión Europea
Evidentemente en términos recaudatorios es un éxito que una economía menos prospera y rica que sus socios tenga unos niveles tan altos de aportación
La pregunta viene a ser: ¿Es sostenible? ¿Cómo afecta a la creación del empleo? ¿Cómo afecta al ahorro? ¿Cómo afecta al emprendimiento? ¿Cómo afecta la inversión?
Si en esta situación entramos en momentos de mayor dificultad como los vividos años atrás, ¿quién va a responder? Porque el Estado responde en base a los impuestos que recauda y ya está ordeñando con las dos manos, y su endeudamiento no disminuye. Al contrario, cada vez salen nuevos impuestos frente a los que dedicar esfuerzo y atención, y todos son prioritarios y todos son moralmente convenientes de atender.
En fin, ¡tribu-te-mos mientras podamos!
